¿Dónde pones tu atención?

A relacionarse también se aprende

La atención juega un papel fundamental en cómo abordamos y corregimos el comportamiento de los niños. En lugar de simplemente reaccionar ante lo que está mal, debemos considerar dónde enfocamos nuestra atención: ¿en lo que salió mal o en lo que salió bien? Este enfoque puede tener importantes implicaciones para el desarrollo emocional y el bienestar de los niños.

La atención, en su esencia, es la capacidad de enfocarse en una cosa y excluir distracciones. En el contexto de la crianza y la educación, la atención se convierte en una herramienta poderosa para moldear el comportamiento y fomentar el desarrollo sano. Entonces, ¿dónde la ponemos cuando corregimos el comportamiento de los niños y niñas? Veamos las implicaciones de enfocarnos en lo negativo y lo positivo.

Enfocarse en lo negativo

Cuando nuestra atención está constantemente centrada en lo que está mal, en los errores y las deficiencias, creamos un ambiente donde la crítica y la negatividad predominan. Esto puede tener varias consecuencias:

  • Baja autoestima: Constantemente señalar lo negativo puede minar la confianza y autoestima de los niños y niñas. Cuando se sienten inadecuados o imperfectos, es menos probable que se sientan motivados para mejorar.
  • Ansiedad y estrés: La atención excesiva a lo negativo puede generar ansiedad y estrés en los niños y niñas. El miedo al castigo o a la desaprobación constante puede crear un ambiente tenso y poco seguro.
  • Falta de resiliencia: Cuando los niños solo reciben retroalimentación negativa, es más difícil para ellos desarrollar habilidades de afrontamiento y resiliencia. No aprenden a lidiar con el fracaso y a superar los obstáculos de manera constructiva.
  • Relaciones dañadas: Una constante atención en lo negativo puede erosionar la relación entre el adulto y el niño. Los niños pueden sentirse incomprendidos o rechazados, lo que socava el vínculo de confianza y afecto.

Enfocarse en lo positivo

Por otro lado, dirigir nuestra atención hacia lo positivo implica resaltar los logros, los esfuerzos y los comportamientos deseables. Este enfoque tiene efectos profundos y positivos:

  • Fortalecimiento de la autoestima: Al elogiar los logros y esfuerzos, ayudamos a construir una autoimagen positiva en los niños. Se sienten valorados y competentes, lo que aumenta su confianza en sí mismos.
  • Motivación y persistencia: La atención en lo positivo motiva a los niños a seguir esforzándose y mejorando. Cuando se reconocen sus logros, están más inclinados a continuar mostrando esos comportamientos positivos.
  • Desarrollo de la resiliencia: Al celebrar los éxitos y trabajo realizado, enseñamos a los niños que el fracaso es parte del proceso de aprendizaje. Aprenden a ver los errores como oportunidades para crecer y mejorar.
  • Construcción de relaciones sanas: Al centrarnos en lo positivo, fortalecemos la conexión entre adultos y niños. Los niños se sienten apoyados y comprendidos, lo que fortalece el vínculo emocional.

El equilibrio adecuado

En la práctica, encontrar el equilibrio adecuado entre corregir lo negativo y resaltar lo positivo puede ser un desafío. Sin embargo, algunos principios pueden ayudar a guiar nuestras acciones:

  • Retroalimentación constructiva: Cuando sea necesario corregir un comportamiento, hazlo de manera constructiva. En lugar de simplemente señalar lo negativo, acompáñanos para que puedan identificar cómo pueden mejorar y alienta sobre lo hecho hasta ese momento
  • Reconocimiento: Reconozca y elogie sinceramente los logros, sin importar cuán pequeños sean. Esto muestra a los niños que su trabajo y su dedicación son valorados.
  • Modelar positividad: Sea un modelo a seguir al enfocarse en lo positivo en su propio comportamiento y en el de los demás. Los niños aprenden más por lo que ven que por lo que se les dice.
  • Comunicación abierta: Mantenga líneas de comunicación abiertas y fomentadoras. Anime a los niños a expresar sus emociones y pensamientos, y valide sus experiencias.

En resumen, la atención que ponemos al corregir el comportamiento de los niños puede tener un impacto duradero en su desarrollo y bienestar. Al enfocarnos también en lo positivo, construimos una base sólida para que los niños crezcan con confianza, resiliencia y un sentido de autoestima sana.

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