Hablar de crianza respetuosa suele evocar imágenes idílicas: niños jugando libremente, adultos serenos ofreciendo contención emocional, y un ambiente donde las necesidades se expresan y escuchan. Detrás de esta filosofía tan necesaria y valiosa, hay una realidad que pocas veces se visibiliza: el cansancio que puede generar. ¿Te suena? Si eres madre, padre o docente, probablemente ya hayas sentido en carne propia lo agotador que puede ser practicar la paciencia y la empatía a diario.
La crianza respetuosa no solo implica responder a las necesidades emocionales y físicas de los niños, sino también mantener la calma cuando las cosas se ponen complicadas. Esto exige mucho de nosotros como adultos y, aunque no lo creas, es completamente normal sentirse exhausta en este camino.
En este artículo exploraremos por qué esta forma de criar puede ser tan demandante, cómo identificar señales de agotamiento y, lo más importante, cómo cuidarte para no perder de vista lo esencial: ¡tu bienestar también importa!
Por qué la crianza respetuosa puede ser tan agotadora
Practicar la crianza respetuosa no significa criar «sin esfuerzo». Más bien, significa desafiar patrones de crianza autoritaria o permisiva, y esto requiere un nivel de energía mental y emocional considerable. Veamos algunas razones clave:
1. Romper patrones aprendidos
Muchas veces estamos trabajando contra años de crianza tradicional que internalizamos desde la infancia. Por ejemplo, cuando un niño tiene una rabieta, nuestro instinto puede ser «controlar» la situación en lugar de conectar con sus emociones. Cambiar este chip no sucede de un día para otro y requiere mucha introspección.
2. La conexión constante con las emociones
La crianza respetuosa implica validar los sentimientos de los niños constantemente: ya sea frustración porque no pueden abrir una caja, tristeza por un juguete roto o enojo porque no pueden quedarse despiertos hasta tarde. Esto nos pone en un estado continuo de alerta emocional. Y si sumamos nuestros propios problemas, ¡la balanza puede desequilibrarse rápidamente!
3. El ritmo incesante de la vida cotidiana
Las responsabilidades diarias no se detienen: trabajo, tareas domésticas, compromisos sociales y, además, atender las necesidades de los niños. En este contexto, ser paciente y consciente puede convertirse en un desafío titánico.
Señales de agotamiento en la crianza respetuosa
A veces, el cansancio se camufla detrás de la rutina. Estas son algunas señales de que podrías estar al borde del agotamiento:
Irritabilidad constante: Respondes con enojo o impaciencia más de lo habitual.
Sensación de insuficiencia: Sientes que nunca es suficiente lo que haces, y te preguntas si realmente estás criando «bien».
Falta de motivación: Actividades que solían emocionarte ahora te resultan indiferentes.
Aislamiento emocional: Prefieres evitar conversaciones profundas o incluso desconectar de quienes te rodean.
Si te identificas con alguna de estas señales, detente un momento y reconoce que necesitas un respiro.
Cuidar de ti misma también es crianza respetuosa
Es fundamental recordar que no puedes dar lo mejor de ti si tu tanque emocional está vacío. Aquí van algunas estrategias prácticas para recargar energías sin dejar de lado tus valores:
1. Aprende a pedir ayuda
Si eres madre o docente, seguramente sientas que debes «poder con todo». La verdad es que pedir apoyo es un acto de amor propio. Puedes delegar tareas en tu pareja, familia o colegas. Incluso pequeños momentos de descanso pueden marcar la diferencia.
2. Establece límites saludables
La crianza respetuosa también incluye enseñarle a los niños que tú, como adulto, tienes necesidades. Es válido decir: «Ahora mamá necesita un momento para descansar, pero en un rato jugamos juntos». Esto no solo te permite recargar energías, sino que también les enseña a los niños el valor del autocuidado.
3. Practica la autocompasión
A veces nos juzgamos con demasiada dureza: «No debería haber perdido la paciencia», «No soy buena madre», «No soy el docente que quería ser». Recuerda que eres humana. Hablarte con cariño y permitirte cometer errores es parte del proceso.
4. Encuentra espacios de desconexión
Un baño relajante, una caminata al aire libre o un rato con tu libro favorito pueden ser grandes aliados. Estas pausas, aunque breves, pueden renovar tus energías para enfrentar los retos del día.
Reenfocando la crianza respetuosa: no se trata de ser perfecto
Un error común es pensar que para criar respetuosamente debemos ser adultos perfectos. Nada más lejos de la verdad. La perfección no educa, la humanidad sí. Mostrar a los niños que también nos equivocamos y que nos cuidamos a nosotros mismos les enseña algo de gran valor: cómo afrontar la vida de manera equilibrada.
Recuerda: tu bienestar es esencial
Si estás constantemente agotada, no podrás brindar el amor y la paciencia que deseas. Así que, la próxima vez que te sientas al límite, no dudes en hacer una pausa, respirar profundo y recordarte: estás haciendo lo mejor que puedes. Y eso es suficiente.
La crianza respetuosa es un camino, no una meta
Sí, la crianza respetuosa requiere energía y paciencia, y al mismo tiempo también te transforma como persona. Enfrentar el agotamiento no significa que estés fracasando; significa que estás creciendo, aprendiendo y evolucionando…y eso cansa. Así que, mientras acompañas a tus hijos o alumnos en su desarrollo, no olvides que tú también necesitas cuidado y amor.
Tómate un respiro, pídelo cuando lo necesites, y confía en tu capacidad de seguir adelante. Al final del día, lo que cuenta es el amor con el que haces las cosas hacia los demás y hacia ti misma, incluso cuando te sientes cansada.