Ya lo sabía

A relacionarse también se aprende

Imagina esta escena cotidiana: estás viendo un partido de fútbol con amigos, y en un momento clave, tu equipo marca un gol. Inmediatamente, uno de tus amigos exclama con seguridad: «¡Ya lo sabía yo! ¡Desde el principio dije que iban a ganar!».

Esta situación que todos hemos vivido en algún momento, muestra perfectamente el fenómeno psicológico conocido como sesgo de retrospectiva.

En la vida cotidiana, el «¡Ya lo sabía yo!» se convierte en una expresión que se escucha con frecuencia después de que algo ocurre, ya sea un resultado deportivo, una decisión de trabajo o un giro inesperado en una conversación.

¿Qué hay detrás de esta afirmación? ¿Es una muestra de verdadera habilidad predictiva, o es una manifestación del sesgo de retrospectiva, en la que reinterpretamos el pasado a la luz de lo que ya se en el presente?

Este sesgo se refiere a la tendencia humana a percibir acontecimientos pasados como más predecibles de lo que realmente eran en el momento en que ocurrieron y tiene un impacto significativo en nuestra toma de decisiones y, por lo tanto, en nuestras relaciones sociales.

¿Cómo funciona?

El sesgo de retrospectiva aparece cuando, después de conocer el resultado de una situación o de un acontecimiento, creemos que podríamos haber predicho con mayor precisión dicho resultado de lo que realmente podíamos en el momento en que tomamos la decisión. En otras palabras, nuestra visión del pasado se ve distorsionada por el conocimiento del resultado.

Este sesgo puede manifestarse de varias maneras.

  • podríamos recordar haber anticipado correctamente un resultado concreto, cuando en realidad solo teníamos una idea vaga o ninguna idea en absoluto de lo que iba a pasar.
  • podría llevarnos a creer que un suceso era inevitable, ignorando las múltiples posibilidades y variables que estaban en juego en ese momento.

Impacto en la toma de decisiones

Cuando miramos hacia atrás en eventos pasados, es fácil caer en la trampa de creer que teníamos más información o conocimientos de los que realmente teníamos en ese momento. Esto puede llevarnos a sobrevalorar nuestra capacidad para prever el futuro y subestimar la incertidumbre que enfrentamos al tomar decisiones.

Por ejemplo, si tomamos una decisión que resulta en un resultado negativo, podríamos retroceder y convencernos de que deberíamos haber visto venir ese resultado. Esto puede llevar a sentimientos de culpa o arrepentimiento injustificados, y potencialmente obstaculizar nuestra capacidad para tomar decisiones efectivas en el futuro.

Impacto en las relaciones sociales

Cuando juzgamos las acciones de los demás en retrospectiva, es fácil caer en la trampa de pensar que deberían haber sabido mejor o haber actuado de manera diferente, y esto puede llevar a resentimientos y conflictos innecesarios en nuestras relaciones.

Además, el sesgo de retrospectiva puede distorsionar nuestra percepción de las contribuciones de los demás a los éxitos o fracasos compartidos, y podríamos atribuir excesivamente el mérito a quienes obtuvieron un resultado positivo y culpar injustamente a quienes estuvieron involucrados en un resultado negativo.

¿Y ahora qué?

Reconocer la existencia del sesgo de retrospectiva es el primer paso para minimizar su impacto en nuestras vidas. Al recordar eventos pasados, es importante recordar que nuestra visión está sesgada por el conocimiento del resultado y que no podemos retroceder en el tiempo para cambiar nuestras percepciones en el momento en que tomamos decisiones…a toro pasado.

Practicar la humildad y la empatía también ayudan a contrarrestar el sesgo de retrospectiva en nuestras relaciones y recordar que todos estamos sujetos a la misma tendencia a reinterpretar el pasado puede ayudarnos a ser más comprensivos y compasivos con los demás.

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